¿Qué es Sed?

Allá por julio del 2007 (sí, quién diría que pasó tanto tiempo, no?), andaba enojada con mi inspiración ausente y decidí sentarme y obligarme a escribir algo. Vino una imagen a mi cabeza. Oscura, extraña. Jugué a describirla. Así surgió el primer capítulo de Sed (que en ese momento para mí era "estacosaquestoyescribiendo").

No soy una persona de esas que finalizan los proyectos que comienzan, pero a medida que surgieron capítulos y la gente se fue enganchando... adquirió este título (provisorio u_u jajaja) y ya no hubo marcha atrás.

Es gracias a ustedes -a su avidez de beber más y más de la trama- que Sed acaba de arribar a su capítulo 50, el último de la historia. Bueno, y a unos cuantos picotones de Pablo (mi novio) n_n

Ahora comienza la etapa de corrección, espero que no se haga demasiado larga... y a ver qué pasa con la editorial, porque tengo pensado publicarlo :D


Quiero agradecerles enormemente el aguante. La paciencia, los comentarios, las críticas, o que sólo hayan leído sin decir nada. Las palabras están para ser leídas, ese es su mayor destino.

Un abrazo gigantesco que los abarque a todos ^^


Sed es una historia que gira en torno a la soledad y la necesidad e idealización del otro. Es una novela salpicada de sangre, algo de sensualidad y mucho misterio.

Los acontecimientos que transcurren en ella, van entrelazando las vidas de los personajes. A veces para bien, a veces para mal... otras para peor.

Los invito a leerla y criticarla con confianza. De eso se alimenta mi escritura.


El contenido de esta historia puede resultar ofensivo para algunas personas, si usted es de esas que se ofenden.... por favor diríjase a otra parte.
Muchas gracias y disculpe las molestias ocasionadas.


Atte, La autora.

27/5/08

.: XXII :. (Nubosidad)




No le importaba el ennegrecimiento de los cielos. Estaba en camino hacia la purificación de su alma y no podía pretender más de lo que el día ofrecía. Había sido más fácil de lo que imaginaba, descontando la zozobra con la aparición del profesorcito, ese intento de héroe desactualizado. En los tiempos que corrían, los conceptos de Bien y Mal eran más relativos que de costumbre. Los héroes no podían ser más que mártires de dudosa reputación. Podía encargarse de ello.

Sonrió.

Ella jugueteaba con sus cabellos en el asiento del acompañante. Se ruborizó al descubrirse observada.

-¿Terminaste de leer el cuaderno?

-Sí –respondió Sofía con la vista perdida en el camino.- Me parece que la poesía no es lo mío. No la comprendo mucho.

-No te preocupes, la poesía no se comprende, se siente. Contame qué sentiste cuando leíste el último poema.

-No sé... Ese fue el más difícil. Pero puede ser porque me esforcé más en intentar comprenderlo.

"No sé…” No podés no saber. Tenés que intuir algo en la esencia de las letras, formás parte de él.

-A ver, ¿lo tenés ahí? –le sonrió, sabiendo la respuesta.

Ella abrió la mochila y sacó con cuidado el cuaderno tan preciado. Sus manos pasaron las páginas, una más de tantas veces, hasta encontrar el poema que en realidad se sabía de memoria.

Él sintió su corazón dar un salto y ya no detener su alocada carrera al ver superpuestas musa y creación. Las manos de Sofía sobre los versos manuscritos generaban un choque intenso entre sus fantasías y la realidad. Pasaron unos segundos hasta que pudiera reponerse para pedirle:

-¿Me lo leés?

Por suerte habían llegado a destino. El efecto de aquella voz recitando palabras tan íntimas mientras él manejaba podría desencadenar una tragedia.

Y ella comenzó:


(Aletear de susurros
en la oscuridad)
El sabor metálico
de tus labios

royendo mi mente.
Tu alma, mi amuleto.
Necesito tenerte

para acallar mi voz.


(Gemidos, gritos,
risa, llanto...)
Ritual último,
conjunción de astros.
Tu esencia indómita

plasmada en mí
(Es la única manera

de vencer a la Muerte)


Tuvo suerte de que, a pesar de no estar leyéndolo, Sofía mantuviese sus pudorosos ojos sobre el papel. Caso contrario lo más probable hubiese sido que saliera corriendo despavorida del automóvil y se salvase de lo que le aguardaba.

Con la mirada de un animal feroz saboreando la presa instantes previos a arrojarse sobre ella, así recibía la ofrenda de los versos casi susurrados surgiendo de la boca de su pequeña deidad.

Una oleada de deseo bulló en su interior. Cerró los ojos, cambiando de escenario para poder contenerse. Ya no había lugar para errores. Disminuyó el ritmo de su respiración hasta sentir que podía volver a abrir los ojos sin temor a ahuyentarla.

La mirada de Sofía aplacó la bestia interna. Aquellos ojos confundidos esperaban una respuesta, llenos de inocente curiosidad. No pudo menos que sonreírle.

-Me emocionó oírte leyéndolo. Lo escribí para vos, ¿no sentís eso al leerlo?

Ella se quedó pensativa unos instantes y respondió con firmeza.

-Sí. –Sus ojos no dudaban.- No lo comprendo, pero siento que es así.

La tomó de la barbilla, conteniendo las ganas de besarla. Tenía vecinos de vista aguda. Además, desataría una avalancha de sucesos que no creía poder controlar en esas circunstancias. Debía tener paciencia. Era la clave de todo últimamente.

Descendieron del vehículo. Abrió la puerta principal y la invitó a pasar. Sofía se introdujo en la penumbra de la casa sin mirar atrás.

Una voz ajada surgió del otro lado de los arbustos que delimitaban el terreno con la vivienda contigua, hiriendo el silencio predecesor a la tormenta inminente.

-Buenas tardes, ¿no? –un rostro arrugado asomó entre el verde.- Cada vez más maleducado usted...

Frenó en seco, como si le hubiesen asestado una puñalada en la espalda.

-Buenas tardes, Doña Ernestina. Disculpe los malos modales, está por largarse a llover y quisiera cerrar las ventanas.

-Si no es una cosa es la otra –murmuró la vieja entre dientes.- Son tal para cual. ¿Su hermana cómo anda? Ella ni siquiera me saluda ya. Una trata de ser cordial con los vecinos y así le pagan. ¡Jóvenes!

-Bien, gracias. Muy ocupada con los exámenes, debe ser por eso.

-Sí, claro, debe ser –refunfuñó aún la anciana.- Dígale que le envío saludos y que no me vendría mal una visita de vez en cuando.

-Le haré llegar sus saludos –respondió con frialdad y cerró la puerta.

Dentro se encontró con una Sofía que se tapaba la boca con ambas manos para reprimir las carcajadas. No pudo evitar contagiarse. La risa disipó un poco la tensión que se había ido apoderando de su cuerpo.

-¿Vos no tenés vecinas rompebolas?

-No tanto –respondió ella con los ojos aún llenos de lágrimas.- ¡Qué vieja metida!

-Bueno, Sofía, la gente mayor es así –sermoneó con su postura de Preceptor.- No tienen nada mejor que hacer con sus vidas.

Ella lo miró divertida.

-Gracias a tu vecina supe que tenés una hermana, ¿vive con vos?

-A veces... –respondió guiándola hacia la cocina.- ¿Querés tomar algo?

-Sí, tengo hambre. Mmm ¿café? ¿Con galletitas?

Él revolvió las alacenas infructuosamente para luego dictaminar:

-Té. Con tostadas.

Sofía frunció la nariz de una manera que le robó una sonrisa, era obvio que detestaba el té.

-Pero es un té especial. Té de vainilla –aclaró sabiendo el efecto que produciría.

-¡Amo la vainilla! –casi aplaudió la niña.- Tengo que ir al baño.

Señaló la puerta tras la cual Sofía se escabulló con prontitud.

Minutos más tarde, un plato repleto de tostadas con mermelada de ciruela descansaba en la mesa. Un par de tazas humeantes despedía un exquisito aroma a vainillas.

Sofía se sentó a la mesa donde recibió una de ellas de manos de su amado, quien no dejaba de sonreírle mientras la observaba comer y beber.

-¿Sabés una cosa? Me da vergüenza decirlo… -comenzó ella y su mirada la instó a continuar. -No sé tu nombre.

La sonrisa de él se ensanchó.

-En el colegio todos me llaman por mi apellido, no tengas vergüenza –respondió tocando una de sus manos.- Era lógico que no lo supieras.

-Sí, bueno, pero... digo... debería saberlo ¿no? –se sonrojó y masticó una tostada.

-Cierto –aceptó, recordando el beso en la habitación.- Tenés derecho a saberlo. Me llamo Luca.


Sofía bostezó. Una vez, dos, mientras la sonrisa no se evaporaba del rostro enfrente de ella. No podía mantener los ojos abiertos. Le pareció ver que se ponía de pie. Ya no comprendía qué sucedía. El mundo a su alrededor comenzó a dar vueltas. Se sintió caer y un par de brazos la sujetaron.

Estás bien, Sofía. Dame la mano, yo te llevo.

Y Sofía se dejó llevar.

Afuera, con intensa furia, la lluvia comenzaba a caer.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

AAAGgg!! claro, té de vainilla !!.. que turrito luca..
si seguís escribiendo así es inevitable andar reclamando por nuevos capítulos!!! jeje
besito:)

Natalia Caceres dijo...

Jajaja, muchas gracias! =) El reclamo tiene su recompensa ^^ Gracias por leer.