¿Qué es Sed?

Allá por julio del 2007 (sí, quién diría que pasó tanto tiempo, no?), andaba enojada con mi inspiración ausente y decidí sentarme y obligarme a escribir algo. Vino una imagen a mi cabeza. Oscura, extraña. Jugué a describirla. Así surgió el primer capítulo de Sed (que en ese momento para mí era "estacosaquestoyescribiendo").

No soy una persona de esas que finalizan los proyectos que comienzan, pero a medida que surgieron capítulos y la gente se fue enganchando... adquirió este título (provisorio u_u jajaja) y ya no hubo marcha atrás.

Es gracias a ustedes -a su avidez de beber más y más de la trama- que Sed acaba de arribar a su capítulo 50, el último de la historia. Bueno, y a unos cuantos picotones de Pablo (mi novio) n_n

Ahora comienza la etapa de corrección, espero que no se haga demasiado larga... y a ver qué pasa con la editorial, porque tengo pensado publicarlo :D


Quiero agradecerles enormemente el aguante. La paciencia, los comentarios, las críticas, o que sólo hayan leído sin decir nada. Las palabras están para ser leídas, ese es su mayor destino.

Un abrazo gigantesco que los abarque a todos ^^


Sed es una historia que gira en torno a la soledad y la necesidad e idealización del otro. Es una novela salpicada de sangre, algo de sensualidad y mucho misterio.

Los acontecimientos que transcurren en ella, van entrelazando las vidas de los personajes. A veces para bien, a veces para mal... otras para peor.

Los invito a leerla y criticarla con confianza. De eso se alimenta mi escritura.


El contenido de esta historia puede resultar ofensivo para algunas personas, si usted es de esas que se ofenden.... por favor diríjase a otra parte.
Muchas gracias y disculpe las molestias ocasionadas.


Atte, La autora.

26/12/08

.: XXXI :. (Interrogantes)




Roberto contrató los servicios de un investigador privado que no se hallaba muy convencido de que se tratara de un caso de secuestro. Una suma elevada de dinero lo incentivó a indagar lo más que pudiera en todos los ámbitos en que Sofía se desenvolviera.

Comenzó por su habitación, cosa que alteró los nervios de Norma. Ya no había té de tilo que pudiera mantenerla quieta.
-¿Qué es lo que busca en su habitación? ¿Por qué no la va a buscar a ella, que obviamente acá no está?
-Pistas busca, Norma. Haceme el favor de dejarlo trabajar tranquilo. Tiene que empezar por acá. ¿No te das cuenta de que no tenemos idea de por qué alguien se la llevó? No llamaron por teléfono para pedir nada, así que de alguna manera hay que averiguar los motivos.
Norma se mordió el labio inferior intentando tragarse las lágrimas. De bronca, impotencia; de qué no habría llorado en los últimos días. Roberto la abrazó y la condujo escaleras abajo.
Una hora después, con una libreta llena de anotaciones, Gerardo López se enfrentaba a los padres de Sofía con muchas preguntas y ninguna hipótesis.
-¿Cómo es la relación de ustedes con su hija? –indagó mientras encendía un cigarrillo.
-Buena –respondió Roberto mientras Norma acercaba un cenicero, más porque la alfombra no le quedara impregnada con olor a cigarrillo que por cortesía.- Sofía es una chica rebelde, pero dentro de sus caprichos suele cumplir con sus obligaciones. Hay mucho respeto entre nosotros, somos una familia muy unida.
-Ajá ¿podría decirse que son unos padres estrictos?
-Creo que somos estrictos dentro de lo normal. ¿¡Por qué nos interroga como si tuviésemos la culpa de la desaparición de nuestra hija!? –explotó Norma.
-Tranquila, señora –le respondió López.- Hay que descartar algunas cosas que uno suele pasar por alto como padre a veces…
-López, concéntrese en la idea del secuestro ¿quiere? –retrucó Roberto,- que para eso le estoy pagando. ¿Encontró algo en la habitación que pueda servir?
-¿Su hija tiene algún noviecito que ustedes sepan? –preguntó de imprevisto el investigador.
Los dueños de casa se miraron con inquietud sin saber qué responder. Fue Norma quien tomó la palabra:
-Desde hace un tiempo sospechamos que podría existir algo así. Hace varias semanas Sofía apareció con un tatuaje. No es algo habitual en su conducta. Nosotros se lo atribuimos a una mala influencia, pero no sabemos con certeza.
-Ajá –reflexionó López.- Les pregunto porque encontré flores disecadas en su cuarto. Las chicas suelen guardar las que les son regaladas por alguien que consideran importante.
-¿Seba? –preguntó Roberto.
-No, no creo –respondió Norma.- Nunca lo vi llegar con flores.
-¿Quién? –inquirió López.
-Sebastián es el profesor de matemáticas de Sofía –explicó Roberto.- Profesor particular. A domicilio.
-Ya veo. –López anotó.- ¿Me podrán facilitar la dirección de este profesor?
-Sssí… -dudó Norma buscando en su agenda,- pero Seba no tiene nada que ver. Estuvo con nosotros…
-Señora, en casos como este nunca está de más indagar a todo el mundo. –López le sonrió.
A Norma el investigador comenzaba a caerle muy mal. Aunque ella no lo supiera, él estaba acostumbrado a que eso sucediera.

Alrededor de mediodía, cuando sus amigos se fueron con la promesa de regresar y ayudarlo en lo que pudiesen, Sebastián regresó al colegio.
El sonido del timbre lo retrotrajo al día en que Sofía desapareciera. Trató de no dejarse dominar por las emociones y apuró el paso. Debía hacer algunas preguntas.
Florencia lo vio antes que él las reconociera. Tantos uniformes iguales comenzaban a marearlo.
-¡Seba! –lo saludó con demasiada alegría. Esa chica no entendía nada.
-Hola Flor, Ari ¿podemos hablar un rato? –les dijo y el tono de su voz sonó a súplica.
Las chicas accedieron. Los tres se dirigieron al café de la vuelta, donde Sofía se enterara del horrendo final de Tanya Robles. Sebastián las invitó unos tostados con jugo de naranja.
-¿Se sabe algo de Sofi? –preguntó Ariadna un tanto temerosa.- Porque hace días que no aparece, ¿no?
Sebastián asintió con tristeza.
-Yo pensé que estaba enferma –dijo Florencia con voz temblorosa.- ¿Qué le pasó?
-No se sabe –les contó Sebastián con voz queda.- El martes fue el último día que se supo de ella desde que salió del colegio.
Las chicas se miraron compungidas, pensando en lo mal que la habían tratado ese mismo día.
-Tengo que preguntarles algo. Y quiero que por favor no se guarden nada. Cualquier cosa que puedan considerar un secreto puede ser muy importante para encontrar a Sofi. –Las miró a los ojos mientras asentían.
-¿¡No le va a pasar lo mismo que a Tanya, no!? –exclamó de repente Florencia, tomando de improviso a Sebastián que no supo qué hacer con las lágrimas de las dos adolescentes que lo miraban aterrorizadas.
-No… tranquilas... –Le tomó una mano a cada una.- Por favor, en este momento más que exabruptos necesito respuestas. Lo antes posible. Para encontrarla.
El tono de su voz, entre pausado y firme, las obligó a calmarse. Ambas bebieron largamente mientras Sebastián preguntaba.
-Yo se que Sofía estaba enamorada de su Preceptor –les aclaró de entrada.- Necesito que me hablen de él.
-Ay, yo no sé qué le vio –comenzó Florencia.- Es un tipo de lo más raro. Tiene una mirada que a veces da miedo.
-Necesito más detalles ¿cómo es físicamente?
-Raro –coincidió Ariadna.- Es muy flaco. No muy alto, más bajo que vos. Muy blanco. Como un vampiro.
Sebastián se estremeció. La mezcla de una adolescente que muere desangrada y un preceptor vampiro sonaba horrible y poco coherente.
-Sí –asintió Florencia- Es así. Parece un personaje de animé ¿Sabés lo que es el animé? Bueno, así, los ojos grandes… verdes.
-No son verdes –la interrumpió Ariadna.- Creo que cambian con el tiempo. Son raros. Y el pelo es castaño, el flequillo un poco largo.
Sebastián intentaba imaginarlo sin éxito. Podía parecerse a cualquiera. Necesitaba más.
-No suena nada fuera de lo común para mí ¿qué es lo que tiene que les resulta tan extraño?
-Mmm… no sé. La forma de ser, supongo –arriesgó Florencia.- Cómo se mueve. Cómo habla.
-Sí, eso es lo que lo hace más raro. Si estuviera quieto podría parecer casi normal. Pero cuando te habla o te mira a los ojos te confunde.
-¿Te confunde? –repitió Sebastián.- ¿Cómo es eso?
-Es como si te pudiera hacer creer lo que quiera. Como si te hipnotizara.
-¡Sí! ¡Sí! –exclamó Florencia.- ¡Es eso! Si en ese momento te dijera que es… no sé, gay, le creerías. Si te dijera que te ama, también.
-Parece que Sofía le creyó –murmuró Sebastián.
-Sí, últimamente estaba hecha una tarada –agregó Ariadna.- Se podría haber creído cualquier cosa que le dijera.
Sebastián saludó a las dos amigas, les agradeció su tiempo y se alejó del café, sintiendo que el mundo entero pesaba sobre sus espaldas.

4 comentarios:

val dijo...

Noooo, acabo de leerla toda, si señor. Me gusta mucho como escribis y estoy ansiosa por ver como sigue esta historia.
Lo que uno logra buscando blog, llegue al tuyo por medio del de guga.
Felicitaciones che, segui escribiendo q prometo leerlo todo.

Natalia Caceres dijo...

:D Muchisimas gracias por leer! Me alegra que te guste. Ahora paciencia, o hace cola para putearme XD Ando lenteja con la continuación.

Un abrazo.

Lady Guga dijo...

Peola, vale llego por mi, me siento importante che, y como ya debes saber, yo AMO como escribis natu, igual me gusta mas leer en DA donde le puedo poner dangría al texto xD

Natalia Caceres dijo...

Sos importante, che Guga :P

Muchas gracias. Como siempre, muchas.

Ah.. sangría. Si, hace poco me di cuenta de que eso es importante. A veces el blog separa las cosas como quiere, es una buena para separar lo que yo quiero que se entienda que queda separado (?) ya me mareé... pero es buena... sangrías... *Natu anota*