¿Qué es Sed?

Allá por julio del 2007 (sí, quién diría que pasó tanto tiempo, no?), andaba enojada con mi inspiración ausente y decidí sentarme y obligarme a escribir algo. Vino una imagen a mi cabeza. Oscura, extraña. Jugué a describirla. Así surgió el primer capítulo de Sed (que en ese momento para mí era "estacosaquestoyescribiendo").

No soy una persona de esas que finalizan los proyectos que comienzan, pero a medida que surgieron capítulos y la gente se fue enganchando... adquirió este título (provisorio u_u jajaja) y ya no hubo marcha atrás.

Es gracias a ustedes -a su avidez de beber más y más de la trama- que Sed acaba de arribar a su capítulo 50, el último de la historia. Bueno, y a unos cuantos picotones de Pablo (mi novio) n_n

Ahora comienza la etapa de corrección, espero que no se haga demasiado larga... y a ver qué pasa con la editorial, porque tengo pensado publicarlo :D


Quiero agradecerles enormemente el aguante. La paciencia, los comentarios, las críticas, o que sólo hayan leído sin decir nada. Las palabras están para ser leídas, ese es su mayor destino.

Un abrazo gigantesco que los abarque a todos ^^


Sed es una historia que gira en torno a la soledad y la necesidad e idealización del otro. Es una novela salpicada de sangre, algo de sensualidad y mucho misterio.

Los acontecimientos que transcurren en ella, van entrelazando las vidas de los personajes. A veces para bien, a veces para mal... otras para peor.

Los invito a leerla y criticarla con confianza. De eso se alimenta mi escritura.


El contenido de esta historia puede resultar ofensivo para algunas personas, si usted es de esas que se ofenden.... por favor diríjase a otra parte.
Muchas gracias y disculpe las molestias ocasionadas.


Atte, La autora.

31/1/10

.: XL :. (Incertidumbre)


El tan esperado lunes fue uno de los días más agitados en la vida de López desde hacía mucho, mucho tiempo. Sin embargo, no podía quejarse. El encadenamiento de datos que iba forjando en su mente le hizo recordar viejos tiempos y el motivo por el cual amaba tanto su profesión.

Cuando el sol se escondía tras el horizonte, el investigador sintió que era hora de enfrentar a la familia Salcedo con las hipótesis que había conseguido. Lejos estaba de resolver el caso que cayera en sus manos, pero sabía que estaba haciendo avances significativos. Era momento de aliviar un poco las ansiedades de los padres que habían confiado en él el destino de su hija.

El matrimonio que abrió la puerta parecía muy distinto de aquel que lo contratara. López estaba acostumbrado a ver esos cambios en la gente que requería sus servicios, así que se guardó los comentarios idiotas que hubiese hecho cualquier otra persona ante la apariencia desaliñada de los Salcedo y fue directo al grano:

-Tengo mucha información pero nada en concreto acerca del paradero de Sofía, no todavía. Esto es mucho más grande de lo que podíamos imaginar. Creo que tienen derecho a saber lo que pude averiguar.

El semblante de Roberto y Norma continuó desesperanzado. Ambos asintieron en silencio y lo invitaron a pasar.

Gerardo López tampoco hizo comentario alguno cuando la señora de la casa dio una pitada al medio cigarrillo que descansaba entre sus dedos. Si algo sabía era ser un hombre discreto y, aunque muchos no lo creyeran, comprensivo. Encendió uno él también para hacerle compañía y al posar sus ojos en los de Roberto se apuró a sacar su libreta para sosegar un poco el dolor de aquel hombre.

-No van a comprender mucho los giros que tomó la investigación en los últimos días. Les pido que sean pacientes y me dejen explicarles paso a paso cómo se fueron hilando los indicios para llegar a conformar lo que me temo es de los casos de secuestro más complicados que vi en mi carrera.

Los Salcedo aproximaron sus cuerpos de manera inconsciente buscando consuelo.

-Sí, ante todo quisiera pedirles disculpas por haber descreído de su convicción acerca del secuestro. Espero sepan comprender…

Roberto hizo un gesto con la mano en el aire. Sus ojos enrojecidos parecían ávidos de respuestas. Norma encendió otro cigarrillo. López asintió.

-Me temo que les pueda traer malas noticias. No acerca de su hija. Sebastián Núñez, el profesor de Matemáticas, está desaparecido desde hace unos cinco días más o menos.

-¿¡No insinuará usted que Seba es sospechoso…?! –estalló Norma entre volutas de humo, hasta que López la interrumpió.

-Ojalá fuera tan fácil, señora. No, Sebastián no es el sospechoso, sino otra víctima. Lo más probable es que haya ido tras la pista de Sofía. Me temo que él sabía muchas cosas que no se animó a decirles y decidió actuar por cuenta propia.

Norma rompió a llorar en brazos de su marido, que le acariciaba el cabello y le pedía en voz baja al investigador que continuara con su informe.

-El principal sospechoso es Luca Martínez, el preceptor del curso de su hija –largó de golpe López ante los ojos muy abiertos del matrimonio.- Dio parte de enfermo el día siguiente a la desaparición de Sofía y nadie lo vio desde entonces. Una vecina de su domicilio dice haber escuchado el vehículo del tipo salir el martes por la noche. Dentro de la casa el único indicio del paso de Sofía por allí es un par de tazas de té de vainilla que en este momento la policía está analizando.

-¿Algún rastro de violencia en el lugar? –preguntó Roberto temeroso.

-Ay, Roberto, por favor… –sollozó Norma.

-Tengo que saber, Norma –le respondió con suavidad su marido.

-No. Ningún rastro de violencia. Deben saber que, al menos al principio de todo esto, Sofía no fue llevada en contra de su voluntad. Según declaraciones de amigos cercanos a Sebastián, ella estaba obsesionada con el preceptor. Debe haberla convencido para llevársela.

Norma sollozaba con más fuerza. Roberto apretaba los dientes.

-¡Hijo de puta! ¡Pedazo de hijo de puta…! Vino a engatusarnos a nosotros también, ¡a nuestra propia casa! ¡Le abrimos las puertas nosotros mismos! –El indignado padre se levantó del sillón y comenzó a caminar de un lado a otro de la sala mientras insultaba al preceptor con toda la rabia contenida.

López no comprendía el exabrupto y hubo que contarle la escena del preceptor haciendo alarde de la buena conducta de Sofía en el colegio mientras los padres se babeaban.

-¡Hasta su habitación subió el muy sorete! ¡No puedo creer que haya sido capaz de semejante circo! ¡Y nosotros nos lo creímos! ¡Qué hijo de puta!

López estuvo de acuerdo con cada palabra pronunciada. Pero necesitaba que se calmaran los ánimos, tenía muchas más cosas que contar.

-Disculpe, señora ¿podría preparar té de tilo, por favor? Va a ser una noche movida. Siéntese, Roberto; yo lo comprendo pero cálmese que no le hace bien a nadie que se ponga así.

Mientras Norma preparaba el té, su marido obedecía al investigador y se rascaba la cabeza con ambas manos con gesto nervioso.

-Gerardo, usted de entrada no quiso creer que no fuera un caso de secuestro, sino que mi hija se había ido a la mierda sola o con algún noviecito… déjeme terminar. Ahora me trae toda esta información que parece coincidir con sus hipótesis y me asegura que, pese a todo esto, es un caso de secuestro. ¿Me puede explicar eso?

-Después del té de tilo, ¿puede ser? –López encendió otro cigarrillo.- Mientras, le adelanto otra información. Esta mañana fui a la policía con los datos del preceptor. Nombre, apellido, número de documento y dirección. No tiene antecedentes policiales graves. Se fue de su casa a los catorce años, algo bastante común. El último domicilio registrado es el de la casa de los padres. No tiene automotor a su nombre.

-¿Pero no dijo que tenía un auto? ¿A nombre de quién está, algún familiar? –preguntó Norma trayendo la bandeja con las tazas humeantes.

-Tanto la casa que registramos como el automóvil están a nombre de un tal Enrique Ordóñez, desaparecido hace cuatro años, posiblemente muerto.

-¿Puede ser un familiar del preceptor? –arriesgó Roberto abalanzándose sobre su taza de té.

-Esperemos que no, parece que el tipo era un cafisho bastante renombrado en el barrio, y no por su carisma –murmuró el investigador, intentando obviar la palidez del semblante de Norma.

-Gerardo, sigo sin comprender qué lo hizo desistir de la idea de la huída –retomó el hilo el padre, a quien el tilo no le suavizaba ni el tono de voz.

-Tanya Robles –dijo López y el nombre fue suficiente para aterrorizar a la pareja sentada en el sillón.- Y un nombre que no va a sonarles: Bernstein. Alfonso Bernstein. Un profesor de Universidad asesinado casi una semana después que Tanya.

No hay comentarios: