¿Qué es Sed?

Allá por julio del 2007 (sí, quién diría que pasó tanto tiempo, no?), andaba enojada con mi inspiración ausente y decidí sentarme y obligarme a escribir algo. Vino una imagen a mi cabeza. Oscura, extraña. Jugué a describirla. Así surgió el primer capítulo de Sed (que en ese momento para mí era "estacosaquestoyescribiendo").

No soy una persona de esas que finalizan los proyectos que comienzan, pero a medida que surgieron capítulos y la gente se fue enganchando... adquirió este título (provisorio u_u jajaja) y ya no hubo marcha atrás.

Es gracias a ustedes -a su avidez de beber más y más de la trama- que Sed acaba de arribar a su capítulo 50, el último de la historia. Bueno, y a unos cuantos picotones de Pablo (mi novio) n_n

Ahora comienza la etapa de corrección, espero que no se haga demasiado larga... y a ver qué pasa con la editorial, porque tengo pensado publicarlo :D


Quiero agradecerles enormemente el aguante. La paciencia, los comentarios, las críticas, o que sólo hayan leído sin decir nada. Las palabras están para ser leídas, ese es su mayor destino.

Un abrazo gigantesco que los abarque a todos ^^


Sed es una historia que gira en torno a la soledad y la necesidad e idealización del otro. Es una novela salpicada de sangre, algo de sensualidad y mucho misterio.

Los acontecimientos que transcurren en ella, van entrelazando las vidas de los personajes. A veces para bien, a veces para mal... otras para peor.

Los invito a leerla y criticarla con confianza. De eso se alimenta mi escritura.


El contenido de esta historia puede resultar ofensivo para algunas personas, si usted es de esas que se ofenden.... por favor diríjase a otra parte.
Muchas gracias y disculpe las molestias ocasionadas.


Atte, La autora.

11/2/08

.: XVI :. (Acecho)


Se desperezó paladeando el regocijo que le provocaba el nuevo desafío. Era diferente. Una nueva manera de seducir que le permitía explorar reacciones y sensaciones desconocidas. Le tocaba acechar la presa, prepararla hasta el momento del ataque para lograr que se entregara dócil y mansa. Tierna y vulnerable. Deliciosa.

Ahora más que nunca debía estudiar con detenimiento este nuevo territorio en que se desplazaría. No podía permitirse errores. Ya no.

Cierto es que los límites nunca le habían representado una restricción. A la hora de seducir a alguien para saciar sus necesidades básicas no le importaba demasiado dónde se encontrara. Pero cuando las cosas comenzaban a descarriarse y se ponía en peligro su intimidad, era momento de poner un orden.

Desde hacía un tiempo había establecido ciertas demarcaciones dentro de las cuales moverse con sigilo. Estaba su coto de caza privado, donde podía escoger a sus víctimas sin remordimientos. Casi todos se hallaban de paso. Era raro volver a cruzarse con alguno de ellos.

Y tenía otro lugar donde actuar como cualquier otra persona, sin preocuparse porque alguien reconociera al ángel seductor que, en minutos nada más, podía convertirse en el más cruel de los demonios.

Por más que se hubiese acostumbrado así todo este tiempo, ahora debía enfrentar el hecho de que la presa ideal se encontraba en el territorio que se había jurado no contaminar.

Justificaba el cambio de planes con el simple devenir de los acontecimientos. No creía en el destino ni nada que se le pareciera. Las cosas simplemente caían en su lugar de manera misteriosa y debía adaptarse a ello para sobrevivir. Así funcionaba siempre.

Se levantó de la cama, estirando los músculos con felina modorra, se dirigió hasta una puerta color verde que podría confundirse con un armario o un pequeño baño. Pero mirando con detenimiento, no se trataba de una puerta corriente. Era de metal, sin picaporte; tan sólo un gran pasador que la trababa desde fuera. Ningún baño convencional tendría una puerta semejante.

Descorrió la traba con lentitud, escuchando el sonido herrumbroso que emitía, mientras la emoción embargaba su pecho.

Buscó a tientas el interruptor en la pared y cuando lo halló una mortecina luz disipó la oscuridad reinante.

La habitación era pequeña y sin ventanas. Las paredes habían sido pintadas recientemente de un color morado, las toscas pinceladas evidenciaban la inexperiencia de las manos que llevaron a cabo la tarea.

En una de las paredes había palabras escritas con tiza blanca que no llegaban a leerse debido a la mala iluminación.

Una cama ocupaba casi la mitad de la estancia. Descansando sobre dos grandes almohadas había un oso de peluche.

Se sentó en el colchón y tomó el oso entre sus manos. Era el único vestigio de su vapuleada infancia. Aquel muñeco maltrecho observaba su rostro con un solo ojo ciego.

Echó un vistazo a su alrededor y aprobó lo que veía con una sonrisa. Todo estaba listo para cuando ella llegara.

Abrazó al oso con fuerza y lo acarició susurrándole al oído: Pronto... pronto.

2 comentarios:

sabalero dijo...

Parece que te gusta la expresión "Felina modorra", es la segunda vez que la usas. Ta buena la historia

Natalia Caceres dijo...

Jajajaja si :P se nota? Hay mucho que corregir igual... supongo que ese tipo de repeticiones volarán em las sucesivas releidas.
Me alegra muchisismo que te guste :)