¿Qué es Sed?

Allá por julio del 2007 (sí, quién diría que pasó tanto tiempo, no?), andaba enojada con mi inspiración ausente y decidí sentarme y obligarme a escribir algo. Vino una imagen a mi cabeza. Oscura, extraña. Jugué a describirla. Así surgió el primer capítulo de Sed (que en ese momento para mí era "estacosaquestoyescribiendo").

No soy una persona de esas que finalizan los proyectos que comienzan, pero a medida que surgieron capítulos y la gente se fue enganchando... adquirió este título (provisorio u_u jajaja) y ya no hubo marcha atrás.

Es gracias a ustedes -a su avidez de beber más y más de la trama- que Sed acaba de arribar a su capítulo 50, el último de la historia. Bueno, y a unos cuantos picotones de Pablo (mi novio) n_n

Ahora comienza la etapa de corrección, espero que no se haga demasiado larga... y a ver qué pasa con la editorial, porque tengo pensado publicarlo :D


Quiero agradecerles enormemente el aguante. La paciencia, los comentarios, las críticas, o que sólo hayan leído sin decir nada. Las palabras están para ser leídas, ese es su mayor destino.

Un abrazo gigantesco que los abarque a todos ^^


Sed es una historia que gira en torno a la soledad y la necesidad e idealización del otro. Es una novela salpicada de sangre, algo de sensualidad y mucho misterio.

Los acontecimientos que transcurren en ella, van entrelazando las vidas de los personajes. A veces para bien, a veces para mal... otras para peor.

Los invito a leerla y criticarla con confianza. De eso se alimenta mi escritura.


El contenido de esta historia puede resultar ofensivo para algunas personas, si usted es de esas que se ofenden.... por favor diríjase a otra parte.
Muchas gracias y disculpe las molestias ocasionadas.


Atte, La autora.

23/5/09

.: XXXIV :. (Desambiguación)

Imagen: Zdzislaw Beksinski


Mientras Sebastián dormía, varios hechos tuvieron lugar en ese extremo de la casona. Algunos de ellos fueron vagamente captados entre los sobresaltos que le provocaban sus sueños. Sus ojos se negaron a abrirse en esos instantes. Un poco por cansancio, otro por una necesaria evasión de las circunstancias.

Hubo más abrir y cerrar de puertas, pasos furtivos, luces encendiéndose y apagándose. Cada uno de estos sucesos fue condimentando sus pesadillas hasta tornarlas casi reales.

Oyó voces. Voces que le sonaron familiares, pero tan remotas que deseó que no lo fuesen.

En una de las visitas silenciosas que recibió esa noche -como si se tratase de un animal dormido al que no se lo puede molestar- se encontraba Sofía.


La adolescente fue conducida hasta la habitación en penumbras a través del tétrico pasillo sin demasiado tiempo para atisbar a su alrededor. Su amigo le fue mostrado como prueba de buena fe. Sebastián había sido arropado con una frazada raída para ocultar sus ataduras.

Sin embargo, mientras Luca susurraba en su oído que guardara silencio e intentaba convencerla de que había cumplido su promesa de "invitar al profesorcito", Sofía se percató del color morado que presentaba la sien derecha del dormido.

Apretó los labios hasta hacerlos palidecer pero no pronunció palabra pese al dolor que esto le provocaba. Comenzaba a tomar conciencia de la dimensión del problema en que se había (los había) metido. Con un esfuerzo sobrehumano, se tragó las lágrimas, logró esbozar una sonrisa débil y decir sin que su voz temblara:

-Muchas gracias, mi amor.

No le gustó nada la sonrisa que recibió a cambio. Rezumaba una ansiedad insana que la asustó mucho más que el hecho de que Sebastián se hallara en su misma situación. Esa sonrisa vaticinaba que cosas peores se aproximaban.

Fue conducida de vuelta mientras guardaba la secreta esperanza de no volver al cuarto pequeño con su extraño aroma a quemado. Cuanto mayor era el tiempo que pasaba ahí dentro, más lo odiaba. La claustrofobia se arraigaba en sus entrañas mientras observaba las paredes desnudas con restos de tiza que alguna vez contaron alguna historia.

No hubo suerte. Entró en el cuarto sin protestar. Estaba demasiado asustada y no quería que su voz la delatara. Se sentó en la cama, desolada ante la cruda realidad que su mente no terminaba de aceptar. Secuestrada. Secuestrada por idiota. Rompió a reír sin poder evitarlo. Las carcajadas invadieron su cuerpo proporcionándole una sensación de bienestar que duró segundos.

Al rato la misma risa se convirtió en horribles espasmos, casi dolorosos, que no podía controlar. Se obligó a respirar hondo para serenarse. Se sentó en el suelo, apoyando la cabeza contra el colchón y cerró los ojos. No había espacio para que estirara las piernas y eso la hizo sentirse más encerrada de lo que estaba. Se recostó sobre el suelo, a lo largo de la cama. Poco le importaban ya asuntos tales como la higiene. Necesitaba expandirse, ocupar espacios no convencionales. Estiró un brazo hacia arriba y el otro bajo la cama. Sus dedos encontraron el oso de peluche que en algún momento de bronca fuera violentamente desterrado del colchón para luego ser olvidado. Lo abrazó contra su pecho. Era un consuelo pequeño pero necesario.


Luca caminaba de un lado a otro del caserón a oscuras como un león enjaulado. Los pensamientos se arremolinaban en su cabeza junto con los recuerdos, que en los últimos tiempos parecían aflorar sin permiso. Eso no estaba bien. Nada bien. Si algo había logrado con el tiempo era aprender a controlarse. La falta de control atraería el caos. No podía permitirse perder el control. No ahora que estaba tan cerca.

Sofía estaba más tranquila, pero no del todo... a él no podía engañarlo. Pudo notar la tensión en el cuerpo de ella frente a su amiguito dormido, hubo algo que no la convenció del todo. Pero no importaba... debía mantener una charla con el profesorcito. En cuanto amaneciera. Pero antes debía dormir un poco para despejar su mente. En ese estado era capaz que cometer alguna estupidez de la que luego no le sirviera arrepentirse.

Se sentó en el sofá junto a la entrada. No se animaba a dormirse en la cama, sentía que debía estar alerta ante cualquier movimiento en el exterior. Y en el interior, por qué negarlo... la casa se estaba poblando. Lo peor que podía hacer era confiar en que todos se hallaban dormidos y sin ansias de escapar ante el mínimo descuido de su parte.

Le costó un largo rato pero por fin comenzó a cabecear. Una hora después, se hallaba dormido. No dejó de moverse o de murmurar en sueños ni un instante.


La luz del sol acarició el rostro de Sebastián y le impidió abrir los ojos de inmediato. Intentó girar el cuerpo y notó la presencia de la frazada que lo envolvía. Entonces comprendió por qué tenía tanto calor. El sudor empapaba sus sienes, contribuyendo al malestar general que lo embargaba esa mañana.

No estaba despierto del todo pero su mente le susurró que los fragmentos inconexos de la madrugada debían conformar una escena importante. La frazada no era una cortesía. Se había montado una farsa a sus expensas, de eso estaba casi seguro.

Sus manos estaban dormidas. Apenas podía mover los pies. El dolor en la cabeza había menguado lo suficiente como para que pudiera girarla sin que el mundo estallara en colores, pero aún le molestaba bastante.

Antes de que pudiera abrir los ojos se dio cuenta que estaba siendo observado. Era una sensación sutil, como si quien estuviera allí supiera mimetizarse con el ambiente hasta volverse prácticamente invisible.

-Agua... por... favor... –logró articular. Tenía la boca tan seca que la lengua se le pegaba al paladar.

Un par de manos lo ayudaron a incorporarse con firmeza y habilidad. Un vaso rozó sus labios e intentó beber con mayor avidez de la debida. Sucedió lo inevitable: se ahogó y comenzó a toser.

Por fin pudo abrir los ojos. A su lado, Lu sostenía el vaso y lo observaba con intensidad.

-Más despacio la próxima vez o no vas a poder tomar nada –le dijo en un tono tan neutro que lo obligó a volver a mirarla. Aún no podía articular palabra, así que sólo asintió y esperó a que el vaso volviese a acercarse. Esta vez fue más precavido y el líquido bajó con lentitud por su garganta.

Ella se alejó despacio con el vaso en la mano. Antes que Sebastián pudiera formular alguna pregunta sucedió algo ante sus ojos que lo dejó mudo otra vez, cuestionándose la severidad del golpe recibido en la cabeza.

A medida que Lu se alejaba y se movía, mutaba. Se convertía en otra persona. Alternaba su forma con la de un hombre. Pero no dejaba de ser ella. Los cambios eran tan sutiles y a la vez tan definitorios que le provocaron una especie de horror visual que lo obligó a cerrar los ojos para evitar enloquecer.

El ser que tenía enfrente rió. Fue una risa extraña, indefinida. Sebastián no supo cómo interpretarla. Creyó que si lo intentaba su cabeza explotaría. Volvió a abrir los ojos, el efecto no se esfumaba. Decidió esperar en silencio.

-¿Qué se siente? ¿Es tan perturbador como parece? –preguntó aquella cosa sin dejar de mutar. Su voz mantenía un tono neutro, imposible de determinarle género.- Tenés el privilegio de ser el primero en poder mirar las dos caras de la moneda. Por lo que veo el efecto es intimidante. Pero voy a tener piedad y hacértela más fácil por un rato.

Sonrió y dejó de cambiar. Sebastián podía ver los rasgos de Lu en aquel rostro, pero sus gestos y expresiones desaparecieron dejando paso a aquel desconocido que bien podría pasar por su hermano gemelo.

-Vamos a hacerlo así porque no vas a querer escuchar todo lo que tengo para contarte de labios de Lu, una mujer que te importa más de lo que debería. Qué fáciles de engatusar son los hombres. Las mujeres también a veces, pero algunas tienen una intuición que dificulta las cosas. En fin, ¿querés preguntar algo antes?

Sebastián parpadeó repetidas veces, esperando, deseando que ese rostro se volviera a transformar en el de Lu y así se quedara... que todo fuera un gigantesco malentendido. Pero no sucedió.

-¿Quién sos? –preguntó entonces con la voz ronca y odiando la respuesta de antemano.

-Esa es la pregunta del millón –respondió sonriente el hombre desde el otro lado de la habitación.- De momento digamos que soy Luca, lo cual es bastante cierto. Veo que te suena. Soy el preceptor de Sofía, tus sospechas no te fallaron del todo.

-¿Y quién es Lu? –se oyó preguntar Sebastián sin poder frenar las palabras que escaparon de sus labios.

-Para eso tenemos todo el día. Antes que empiece a hablar necesito que queden en claro dos cosas. La primera es que todo lo que hice y todo lo que voy a hacer tienen como fin el bienestar de Sofía. Eso es algo que los dos queremos. Es posible que tenga que utilizarte. También puede ser que no. Lo que Ella desee es una orden para mí. En todo caso, lo que estoy persiguiendo es algo superior. Está más allá de vos y de mí. Ella sí está a la altura. Y voy a hacer lo imposible para salvarla. ¿Entendido hasta ahí?

Sebastián asintió. El bienestar de Sofía era el bien común, de acuerdo. El resto no se lo tragaba ni lo comprendía. Le sonaba a fanatismo religioso. Pero no le quedaba más opción que oír lo que había que escuchar. Mientras asentía tuvo una horrible certeza.

-Veo que sí. Sé leer rostros mejor de lo que muchos quisieran. Sos un tipo inteligente, sabés desde hace un rato lo que implica que te vaya a contar todo. Esa era la segunda cosa a dejar en claro –explicó Luca sin dejar de sonreír con una mueca torcida que por suerte lo alejaba más del rostro de Lu.

-Sí –respondió Sebastián, descubriendo que el miedo se estaba convirtiendo paradójicamente en todo lo contrario. Entonces dijo mirando a Luca directo a los ojos:- Significa que vas a matarme.

2 comentarios:

Niko dijo...

ándale...
luego de algunos capítulos el apuro se vertiginizó.
y ahora estoy ante el muro de la hoja blanca de leer.
quisiera comentarte muuuchas cosas respecto a tu narrativa, los personajes y la historia, sin embargo sería más cómodo saber si aun estás en esto.
hace más de un mes que no escribes...
muy interesante...

Natalia Caceres dijo...

Hola, Niko.
Te agradezco muchisimo tus palabras y tu interés por la historia :) Sigo en esto, aunque se extiendan los plazos de entrega entre capítulos.
La inspiración me tiene un tanto abandonada, pero mis manos no saben quedarse quietas. Habrá más Sed, te lo aseguro.
Te invito a hacer todos los comentarios que quieras, sea aquí mismo o a la siguiente direccion de mail: sangraparami@hotmail.com
Gracias otra vez por tus palabras ^^