¿Qué es Sed?

Allá por julio del 2007 (sí, quién diría que pasó tanto tiempo, no?), andaba enojada con mi inspiración ausente y decidí sentarme y obligarme a escribir algo. Vino una imagen a mi cabeza. Oscura, extraña. Jugué a describirla. Así surgió el primer capítulo de Sed (que en ese momento para mí era "estacosaquestoyescribiendo").

No soy una persona de esas que finalizan los proyectos que comienzan, pero a medida que surgieron capítulos y la gente se fue enganchando... adquirió este título (provisorio u_u jajaja) y ya no hubo marcha atrás.

Es gracias a ustedes -a su avidez de beber más y más de la trama- que Sed acaba de arribar a su capítulo 50, el último de la historia. Bueno, y a unos cuantos picotones de Pablo (mi novio) n_n

Ahora comienza la etapa de corrección, espero que no se haga demasiado larga... y a ver qué pasa con la editorial, porque tengo pensado publicarlo :D


Quiero agradecerles enormemente el aguante. La paciencia, los comentarios, las críticas, o que sólo hayan leído sin decir nada. Las palabras están para ser leídas, ese es su mayor destino.

Un abrazo gigantesco que los abarque a todos ^^


Sed es una historia que gira en torno a la soledad y la necesidad e idealización del otro. Es una novela salpicada de sangre, algo de sensualidad y mucho misterio.

Los acontecimientos que transcurren en ella, van entrelazando las vidas de los personajes. A veces para bien, a veces para mal... otras para peor.

Los invito a leerla y criticarla con confianza. De eso se alimenta mi escritura.


El contenido de esta historia puede resultar ofensivo para algunas personas, si usted es de esas que se ofenden.... por favor diríjase a otra parte.
Muchas gracias y disculpe las molestias ocasionadas.


Atte, La autora.

9/3/10

.: XLV :. (Ritual)

Lilith, de John Collier



Sí, sí… claro que era Ella. Esa mirada se lo había dicho sin preámbulos. Había sentido la oscuridad inminente en esa forma de mirar. Era como… el viento… pero más bien como una tempestad. Claro que sí, una tempestad, ¿qué más sino? La madre de todas las tempestades. La mujer por excelencia. No como esa muñeca sumisa que la Iglesia quería hacer creer que era la primera mujer, sacada de una costilla del Hombre y obligada a ser su esclava por la eternidad. La Historia era testigo de ello. Había leído muchos libros. Muchísimos libros. Sabía de lo que hablaba. Ahora que comenzaba a manifestarse debía ser el momento exacto para realizarlo; ahora, antes de que se desatara.

Se miró los brazos. Ríos color escarlata los surcaban. La sangre. Al final todo siempre terminaba en la sangre. La que, extraída de su propio cuerpo había calmado el dolor de su alma. La que le había sido exigida, demandada. La que más tarde le sería ofrendada. La que había sabido robar a sus víctimas, alimentándose de ella, contaminándose cada vez un poco más... hasta que la descubrió. Y ahora su sangre pura cerraría el ciclo.

Secó sus brazos con cuidado. Ardían un poco, pero era soportable. Había sentido en su vida dolores poco imaginables para el resto de los mortales. Peor la estaría pasando el intento de héroe que guardaba en la habitación del fondo. Su rostro se torció en una mueca en la que nadie podría adivinar una sonrisa. Más tarde se encargaría de él, primero Ella quería verlo. ¿Para qué necesitaba verlo? Ese detalle le molestaba bastante. Quizá debiera intentar persuadirla de ello, así llegado el momento la casa estaría vacía, limpia, purificada. No habría más de qué preocuparse. Tal vez debiera matarlo ahora y decirle que había muerto mientras ellos hablaban. No. Ella lo sabría. Claro que lo sabría… reaparecería esa mirada, la tempestad arrasaría con todo y con todos; los sacrificios de toda su vida serían en vano. No. No podía matarlo ahora.

Abrió la puerta y se cercioró de que Sebastián seguía en su lugar. Había resultado inteligente el profesorcito. No podía dejar que volviera a tomarlo desprevenido. Un bulto inmóvil sobre las sábanas enrojecidas. Se acercó y le apoyó una mano en la espalda para comprobar si respiraba. Un débil quejido rasgó el silencio. Para su desgracia, continuaba con vida. Chequeó las ataduras de muñecas y tobillos. Todo en orden. Dudaba que pudiera moverse aunque no estuviese atado pero no era momento de conceder confianzas.

Desanduvo el camino hasta el cuarto pequeño, donde tenía cita con Ella para aclarar los pormenores del ritual. Como nunca antes, la puerta le resultó majestuosa. La conciencia era un bicho extraño. No se dio cuenta de que estaba temblando hasta que alzó la mano para descorrer el cerrojo.


La puerta se abrió y Sofía se enderezó en la cama. El torbellino de ideas que se había formado en su cabeza apenas logró disiparse ante la presencia de Luca. Sin embargo, algo llamó su atención. La postura de aquel cuerpo se había modificado. No de la misma manera que la horrorizara el día anterior. Por dios, no quería volver a presenciar algo semejante. Quizá fuese sólo su imaginación. Era hora de escuchar, no de imaginar. Se obligó a centrar su atención en la figura que se acercaba.

Luca se sentó al borde de la cama mirando el suelo. Parecía estar revolviendo dentro de su mente. Sofía no dijo nada, se limitó a mirarlo con atención. Cuando la miró a los ojos, supo que era el momento. Él volvió a bajar la mirada y comenzó a hablar.

-El ritual es una conjunción… un intercambio. El momento en que vos pases a formar parte mía y yo parte tuya. Una manera de equilibrar esencias, de desterrar fantasmas. –Ante estas palabras Sofía sintió una enorme sensación de deja vù, pero continuó en silencio, aguardando.- Es cuando tu esencia pura… descontamine la mía.

Sus ojos volvieron a cruzarse. Era necesaria una descripción más concreta. Sofía la demandaba. Por un instante sintió que poseía un poder inmenso, pero la sensación se desvaneció cuando Luca retomó la palabra.

-Tu sangre. Para purificarme. Erradicar la oscuridad. –Luca tomó la mano de Sofía, que lo escuchaba en silencio intentando mantener la misma expresión.- Para evitar que la tempestad se desate dentro tuyo, porque Ella no va a dormir para siempre… ya está despertando. No quiero que seas como yo, todavía no es tarde. Es la única manera, Sofía… de detener el viento para siempre. A mí no me permitieron ser como vos.

El corazón de Sofía se aceleró al descubrir el rostro femenino una vez más hablándole desde lo que se suponía era Luca. Una mujer de mirada triste fue la que continuó explicando, pero la voz era la misma.

-La oscuridad se diseminó acá adentro. Hubo… hechos que la obligaron. Estuve a punto de perderme. Pensé que no habría salvación, hasta que te reconocí. –Una mirada luminosa se clavó en el rostro de Sofía, las manos le acariciaron el cabello; no supo cómo reaccionar.- Nunca más la mujer, pecadora por definición, que Papá convirtió en una puta. Nunca más el hombre en que quiso que me transformara. Tu sangre me va a hacer libre.

-Solamente mi sangre… –logró articular Sofía sin perder la compostura.

-Claro, la sangre de Ella, la que reencarnó en vos. Sos su misma imagen, pude verla manifestarse en tu mirada. Pero tiene que ser ahora, porque ahora tu sangre es pura. –Dejó de verse femenina y guardó silencio. No era Luca quien se hallaba sentado a su lado en la cama. Sofía sintió un escalofrío.

-¿Quién sos? –preguntó, con la voz en un hilo, la adolescente que no podría desempeñar su papel mucho tiempo más.

-Soy el que va a beberse toda tu sangre. Los motivos ya te fueron explicados. Mañana, después de que veas a tu profesor por última vez. –Las facciones del rostro no se modificaban, tenía la impresión de estar escuchando a un autómata.- ¿Alguna pregunta?

-¿Qué es lo que va a pasar conmigo? –Sofía presentía que el última vez no era sólo por Sebastián.

-¿Con vos Sofía? –fue la pregunta que la descolocó. Asintió con la cabeza.- Sofía morirá. En cambio Lilith vivirá en mí. Me transformará y vivirá en mí para siempre.

Dicho esto, se levantó y abandonó el cuarto.

Sofía abrazó sus piernas y en lo único que pudo pensar fue en su madre.

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